Vida de una emigrante: resistencias culturales, por Josune Murgoitio (@josmurgui)

Dijo mi padre, en una conversación que mantuvimos antes de que falleciera: “Más vale tener experiencias que un trabajo”. Desde Estambul:

el amor mata al amor

Traducción: El amor mata al amor, pero no queremos esto. Según he preguntado ese es el significado, lo cual no sé si se debe a cierta cultura de celos que existen en las relaciones afectivas en Turquía. De todas formas, he elegido la fotografía por el corazón, que a veces sufre en pena, y por qué no decirlo, somos personas/ Kadiköy. J.M

¿Cómo es la adaptación de vida a un país de cultura diferente? Me refiero a cultura alejada de la de la Unión Europea, aunque lógicamente dentro de la propia Unión existen diferencias sustanciales en función del país. ¿Cuáles son las propias resistencias culturales cuando se intenta vivir en un país ajeno? En contra de que todo debería de ser maravilloso y todos los cambios presentan una oportunidad y no un cerrazón, de que cada mínimo detalle vislumbra y una se pasa el día contentísima, lo cierto es que el impacto principal, al menos en mi caso, es considerable. No es lo mismo viajar con un objetivo claro de disfrutar durante x tiempo (vacaciones, reportajes, fotografía, descanso o lo que se quiera) que hacerlo, sin embargo, con el ánimo de establecerse para reiniciar una nueva época.

Partiendo de ese punto, pues ya sabe el lector dónde está, y aquí no se habla de lo que en términos de políticamente correcto debería de hablarse, sino del sentir, que a veces no se corresponde con el imaginario colectivo, he pensado/sentido/reído/llorado en torno a una cuestión muy prinpical:

- La ausencia de horarios de comida y rutina estrictamente establecida que en esta cultura tienen (tal vez, me equivoque y se deba tan solo a una impresión de las personas con las que me relaciono, en dicho caso, me remito a mi propio entorno). La ausencia de horarios de comida es lo que más caotiza, en mi opinión. Una es consciente hasta qué punto en España la vida gira en torno a las tres comidas y el orden interno que eso causa (aunque también es verdad que tanto orden podría agobiar). En Estambul, sin embargo, no parece que sea así, también puede deberse a que se trate por la forma de vida que una ciudad tan gigantesca exige (imagínese trabajar en una ciudad de 20 millones de habitantes, el transporte que implica llegar a casa y prepararse algo de comer). Ya me decían que en Estambul impera la “fast life” debido al tiempo que una pasa en el transporte, muchas personas optan por comer algo rápido en cualquier sitio (hay lugares muy baratos). Me llama muchísimo la atención cómo las personas comen a horarios muy desorganizados, y bastante mal.

Visados y fronteras

La frontera de la Unión Europea representa un gran agobio para parte de la juventud de este país, al menos, a la que yo he tenido acceso. Y una se enfada por las chorradas de visados que inventan los de arriba. /Atenas. Foto cedida por M.M

- Tranquilidad/paciencia/capacidad de espera que tienen estas personas, en contraposición con el ritmo acelerado de España. Según observo en mi entorno, tienen una capacidad brutal para las situaciones que querrían que sucedieran (tener x trabajo, acceder a x estudios). A veces, tengo la sensación de que viven de los sueños. Siempre hablan de una idea, después no la pueden llevar a cabo, por esto o aquello, y cambian rápidamente a la siguiente idea. Sobre todo, me llama la atención la juventud. Los jóvenes parecen vivir enjaulados, se quejan continuamente del país en el que viven, cómo funciona, las restricciones del Gobierno, las dificultades para irse a Europa, todos los que he conocido, a excepción de un joven, querrían vivir en la Unión Europea porque la asimilan con libertad, sin embargo, tienen cierto ánimo pasivo (no vaya a interpretarse que los tacho a todos por igual, se trata de una propia impresión dicha con todo mi respeto y sin querer juzgar). Creo, sin embargo, que es una cultura mucho más calmada, muy en contra de lo que ocurre en España, la vida allí se nos va entre los dedos con tanta exigencia y presión social, de llegar a ser los mejores, ocupar el mejor puesto, estudiar 50 carreras, y hablar 10 idiomas, mientras la vida se va y una deja de sentir.

- Me impresiona la capacidad de poco sueño de las personas. Todas las personas con las que tengo relación duermen poquísimo. Lo mismo da que tengan que levantarse a las ocho de la mañana del día siguiente, la noche anterior están tranquilamente hablando, mientras toman té, (pienso yo con tanto té si no les afectará en el sueño, yo he empezado a negarme a tomar más de un té seguido). La semana pasada visité a una familia turca. Llegué al mediodía. Entre el mediodía y la noche tomé: dos café, cinco tés, agua, una coca-cola. Hasta que dije basta. Son básicamente orales: fuman mucho, hablan muchísimo y toman algo o comen durante muchas veces al día, como si tuvieran que tener algo siempre en contacto con la boca. Es la impresión que me da.

- Me impresiona muchísimo que no les inmute tener la música (ordenador, bar, televisión…) a todo volumen.

- Poco a poco, el ruido de la gran ciudad se interioriza (en Euskadi prácticamente vivía en territorio Buda).

Y estas han sido, y creo que seguirán siendo mis resistencias culturales. ¿Cuáles han sido las vuestras cuando os habéis trasladado a otro país? ¿Qué echáis de menos, en términos culturales, de vuestro país de origen?

¡Anímense y comenten!

*El artículo no ha sido escrito con ánimo de juzgar la cultura turca. Respeto otras formas de vida, simplemente, he querido expresar cómo me he sentido en comparación a los cánones sociales con los que me he criado y he vivido.

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