Protestas de sanitarios y ex trabajadores de Telemadrid en Aljazeera, por @salvemostelema


Aljazeera | Filmmaker: Bernhard Kocian
 

Los Nuevos refugiados de Europa

Emigrantes europeos, hambrientos de trabajo, viajan al extranjero en oleadas con muchos de ellos aterrizando en países que en otro tiempo fueron sus colonias.

Cuando la crisis económica y bancaria estalló en todo el mundo en Octubre de 2008, pocos imaginaron que sus efectos recesivos durarían tanto como lo han hecho. En Europa, y particularmente en algunos países de la Eurozona, la población, habituada a años de relativa prosperidad, ha tenido que acostumbrarse a las duras medidas de austeridad de sus gobiernos, a congelaciones salariales y a recortes de empleo.

Esta contracción ha sido especialmente grave en los países del sur de Europa fuertemente endeudados como España, Portugal y Grecia, donde el desempleo juvenil ha aumentado a niveles récord, los salarios públicos, las pensiones y la asistencia social se han reducido drásticamente, y un generalizado incremento de la morosidad hipotecaria ha creado un círculo vicioso de gente desahuciada de sus viviendas.

Inevitablemente, el enfado de la ciudadanía ante las medidas políticas de ajuste se ha desbordado repetidamente en las calles. Muchas ciudades europeas han visto grandes manifestaciones en los últimos cinco años, con los centros de algunas ciudades, especialmente en Atenas, Lisboa y Madrid, colapsados.

En la capital española se han visto a menudo diferentes protestas en distintas partes de la ciudad al mismo tiempo. En un día, durante el rodaje de esta película, manifestantes furiosos por los despidos en una cadena local de televisión se disputaban la atención del público con los médicos que, pocas calles más allá, protestaban por la privatización de los hospitales.

En la manifestación de la televisión, Carmen Díaz, recién despedida, trataba de averiguar qué hacer con su vida. “Nosotros nos tendremos que ir, aquí no hay trabajo. 925 personas hemos perdido nuestros puestos de trabajo. Algunos de nosotros hemos trabajado aquí 15 ó 20 años”, dijo. Una compañera igual de desesperada (dijo). “Tengo 47 años, ya no soy una joven “, “¿Dónde voy a ir? Al extranjero? A compartir piso con chicos de quince años? Es increíble.”

Sin perspectivas de mejora a la vista, quizá no es de extrañar que cientos de miles de europeos hayan abandonado sus países de origen en busca de una vida mejor en otro lugar.

Para algunos,simplemente es cuestión de mudarse a otro lugar de Europa – a un país como Alemania, que ha capeado la crisis razonablemente bien. Pero otros se han visto forzados a marcharse mucho más lejos, siguiendo las huellas de anteriores generaciones de europeos que se exiliaron obligados por las guerras, la pobreza y los desastres financieros de los siglos XVIII, XIX y XX.

Pero lo que diferencia esta ola migratoria del siglo XXI es la situación económica de muchos de los países a los que se dirige. En siglos anteriores, los refugiados económicos del continente solían buscar refugio en las colonias de América Latina, Asia y África, donde tenían la ventaja de gozar de un trato preferente otorgado por su supuesta condición de emigrantes europeos.

Sin embargo, en los años posteriores, muchas de estas antiguas colonias – que hace mucho que son independientes y autosuficientes – han conseguido alcanzar, y en algunos casos superar, al país europeo del que una vez formaron parte. España y Argentina son un ejemplo de ello. La economía española está actualmente sumida en una recesión, mientras que el país sudamericano – aunque con sus propios problemas sociales y una inflación disparada – está disfrutando de un boom. Este cambio de papeles ofrece a los inmigrantes españoles las oportunidades que ya no pueden encontrar en su país.

Afortunadamente, Argentina los acoge generalmente con los brazos abiertos. Más de dos tercios de la población son descendientes de origen europeo – aunque sólo alrededor de un cuatro por ciento son inmigrantes de primera generación – y existe simpatía por la afluencia de europeos, especialmente por aquellos que poseen conocimientos cualificados. Los recién llegados no necesitan nada más que su pasaporte y un certificado de la policía mientras que una nueva ley les garantiza el derecho a la asistencia sanitaria y la educación, y permite que se queden, incluso si no tienen trabajo.

Carlos Blanco es uno de los que aprovechó la oportunidad de empezar una nueva vida. Para el chef español que fue perdiendo un empleo tras otro, según los restaurantes en los que trabajaba iban cerrando, fue una decisión fácil de tomar. Y el lenguaje común y las costumbres similares le han hecho muy fácil adaptarse a la vida en Argentina.

“Te pones a pasear por el centro de Buenos Aires y es como estar en España. Recomiendo encarecidamente a cualquier persona que lucha ahí que no ve perspectivas de futuro. ¿Por qué no emigrar? Siempre te puedes volver por donde viniste, en cualquier momento”, dijo Blanco.

Pero no todos los nuevos refugiados económicos de Europa se dirigen a países que son un remedo de los suyos propios.Mientras que muchos emigrantes portugueses, por ejemplo, optan naturalmente por Brasil, debido a su floreciente economía rica en petróleo y un lenguaje común, otros buscan su nuevo hogar en los lugares más inesperados, como las antiguas colonias africanas de su país de Mozambique y Angola.

En Lisboa se forman largas colas frente a las embajadas de ambos países – un espectáculo poco común en la capital de un Estado europeo que hace sólo unos años era el objetivo de los inmigrantes económicos que venían en sentido contrario. Los que esperan los visados para Mozambique tienen la esperanza de encontrar oportunidades en un país cuya economía ha sido impulsada en los últimos años por la explotación de carbón y gas natural, y que desde mediados de la década de 1990 ha sido políticamente estable.

La mayoría son bien recibidos. El año pasado, de acuerdo con el consulado portugués en Maputo, había 17.000 ciudadanos portugueses registrados viviendo en las provincias meridionales de Maputo, Gaza e Inhambane y el número está creciendo. Sin embargo, la cifra real es difícil de determinar debido a que hay muchos portugueses que llegan a Mozambique con un visado de turista y luego consiguen un trabajo ilegal en la economía sumergida. Una vez que sus visados expiran, dejan el país y luego regresan de nuevo en calidad de turistas. Esto ha obligado recientemente a las autoridades de Mozambique a reforzar los controles fronterizos y a expulsar a decenas de portugueses que habían incumplido sus permisos.

La paradoja de una situación en la que los europeos están buscando alivio a sus problemas económicos en un país africano no pasa inadvertida para muchos mozambiqueños – que saben que a pesar del crecimiento de la economía de su país, muchos de sus compatriotas luchan todavía con la pobreza extrema.

Antonia Jorge, mozambiqueña, es jefa de personal de una clínica de salud, que además de hacer frente a importantes carencias, también emplea a europeos entre su personal. Sentada en un café del centro de Maputo, reflexiona sobre cómo se han cambiado los papeles. “Siempre hemos tenido una visión diferente de los europeos. Nunca los hemos visto como personas que necesitaran venir a África para encontrar una vida mejor. Y ahora los portugueses … esa es la ironía de la historia. Primero vinieron a colonizarnos. El hecho de que nosotros les podamos ayudar hoy, en cierto sentido me parece bastante interesante. “

Artículo original en aljazeera.com
 
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