Por si me hace concejala, por @JosefinaLpez

Llevo unos días repasando mi pasado más o menos reciente. Intento recordar y buscar entre lo que he dicho o hecho. No, no es que quiera escribir mis memorias, pero oye y ¿si a alguien le da por hacerme concejala?
Porque tal y como está la cosa si tienes un pasado bocazas, loco o 'fumao' ya estas condenado de por vida. También, estoy mirando fotos por si en alguna aparezco con una camiseta con letras en inglés que aludan a algún disparate y yo, que me la compré para combinármela con un pantalón y que tengo un inglés poco suelto, me piense que voy saludando y lo que voy es nombrando al padre de alguien. Estoy incluso leyendo los perfiles de mis amigos y seguidores no sea que alguno esté alardeando de opiniones u gustos poco sensibles. Y el mío, mi perfil, se ha quedado como una patena, tanto, que si me hacen concejala, me tendrán que criticar por si llevo el pelo sucio en la foto.
Con las redes sociales soy poco agresiva. Me encantan los silencios y no sentirme obligada a hablar ni a ser graciosa. Así que de momento no me pillan. Pero claro, con este nombre y apellidos tan comunes, lo mismo me adjudican bravuconadas de otro.
En serio, no estoy defendiendo a Guillermo Zapata, ese concejal de Madrid que ha dimitido de mentirijilla después de que rebuscaran en su pasado y encontraran tuits poco afortunados, incluso deleznables. Pero lo cierto es que lo hizo hace cuatros años, así es que lo único que yo podría decir en contra de él es que tiene un pésimo sentido del humor.
Sin embargo, y por poner un sólo ejemplo, ¿qué hacemos con todos aquellos que meses atrás han estado comparando a la gente de Podemos con los nazis? Esos, de lengua rápida y cerebro enano, son fácilmente perdonables ¿verdad? aunque hagan esas declaraciones en el ejercicio de su actividad pública.
A mí personalmente no me hacen gracia ni unos ni otros. Pero eso sí, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Porque es cierto lo que le oía decir el otro día al actor Eduardo Noriega al respecto; la mayor parte de los que están hablando en las redes sociales no son conscientes de que salir ahí es como dar una rueda de prensa. Y las palabras no se las lleva el viento, incluso pedirle a Google que borre nuestra información a veces no es suficiente. En fin que, cuidadito.
Por otro lado, el escarnio público al que se someten los recién llegados a la política no es más que una pestilente muestra de la agresividad sin escrúpulos de los oponentes, quienes si se dedicaran a  sacar adelante proyectos en vez de a buscar basura, quizá a todos nos iría mejor.
Porque nadie se equivoque, no se ha inaugurado una nueva forma de hacer política sino una forma de exacerbado control a los nuevos políticos, como si su llegada a las instituciones fuera algo ilegal, antinatural o anormal. Y conste que el nivel de exigencia me parece bien. No puede ser un representante ciudadano alguien que le cuenta a la red sin pudor chistes xenófobos. No. Pero tampoco aquellos que mienten y tergiversan la verdad para vendernos una realidad torcida sólo por propio interés. Si al menos fuera para levantarnos la moral…
Y ahora, después de estas palabras, posiblemente no me llamen para ser concejala.

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