Los colores, los únicos que permanecen, por @raqueltejero_

¿Por qué somos del Atleti? Ni voy a responder a la pregunta dichosa, ni sabría hacerlo. Cada latido de ese estadio explica mejor que nadie lo que sentimos. Un equipo que ha sido ninguneado, arrastrado por el suelo, arrancado de su historia. Unos seguidores a los que nadie comprende.
Los equipos millonarios nos califican como segundones, los pequeños como adinerados sin suerte. Lo cierto es que nadie debería vivir de su historia, lo cierto es que no necesitamos hacerlo.
Hace unos años llego al Calderón un hombre al que todo rojiblanco miraba con una mezcla de admiración y desasosiego. Era uno de los nuestros pero ¿Qué iba a poder hacer con un equipo que rozaba los puestos de descenso? A estas alturas señores, no necesito contaros de milagros ni de sacrificio, ni de todo lo que Simeone consiguió cambiar en las mentes de los jugadores.
El “entrenador de mentes” lo llamaba la prensa inglesa, y yo, orgullosa de mi equipo, leía y leía como fuera de nuestro país se empezada a apreciar el esfuerzo. Pero esto va, aún, más allá.
Va de una afición que siempre defendió lo suyo, incluso cuando no existían los motivos. Los jugadores van y vienen, unos los llaman mercenarios otros prefieren recordarlos como los grandes jugadores que un día lucharon por la camiseta, pero aquí quedamos los mismos. Tú, tu abuelo y tu padre que te inculcó unos colores desde antes de que siquiera pudieses andar. 
Por esto, tú que viviste cada partido en segunda como si fuese la final de la Champions y la final de la Champions como si fuese el día de tu boda, eres el que importa. Porque al final los títulos nos gustan a todos, pero no me digas que aquel día en el que cumpliendo cien años todos paseamos bajo una bandera kilométrica no sentiste casi lo mismo. Si no fuese por el sentimiento, el fútbol no sería nada más que diez tíos corriendo tras una pelota, y ni para ti ni para mi es sólo eso.

Quiere a los jugadores, pero aprende a entenderlos, busca títulos, pero aprende a perderlos y quiere a tu equipo, aquel que te tiñó el corazón de dos colores imborrables, porque eso es lo único que permanece.

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