Transcribimos, aunque a estas alturas es difícil que alguien no lo haya leído ya, el post que Paul Krugman colgó el pasado domingo en su blog del New York Times. Lo tituló ‘Eurodämmerung’, algo así como ‘el atardecer del euro’:
“Algunos de nosotros hemos estado hablando, y esto es lo que creo que será el final del juego:
1. Salida del euro griego, muy posiblemente el próximo mes.
2. Cuantiosas retiradas de fondos de los bancos españoles e italianos, al tratar los depositantes de mover su dinero a Alemania.
3a. Tal vez, solo posiblemente, controles de facto, con prohibiciones a los bancos de transferir depósitos fuera del país y límites a la retirada de dinero en efectivo.
3b. Alternativamente, o tal vez de forma conjunta, fuertes inyecciones de fondos del BCE para evitar el colapso de los bancos.
4a. Alemania puede elegir. O resignarse a aceptar las enormes necesidades de Italia y España, y hacer una drástica revisión de la estrategia -básicamente para darle a España en particular garantías sobre su deuda que mantengan los costes bajos y una mayor inflación en la eurozona que le permita hacer posibles los ajustes de precios, o:
4b. Fin del euro.
Y estamos hablando de meses, no años, para que esto ocurra“.
Antes de nada, sería interesante preguntarse quiénes son “algunos de nosotros“. Cuando las afirmaciones, por fundadas que estén, son de semejante envergadura, conviene concretar quiénes las avalan. Con seguridad Krugman -recordemos, premio Nobel de Economía en 2008- no escribiría sobre una conversación de mercadillo con sus compañeros de footing, pero precisamente por ello se hace necesario explicitar quiénes creen que nos va a cambiar el mundo de esta forma en un par de meses.
La salida de Grecia de la moneda única parece inevitable. Lo leemos por acá y por acuyá. En abril, el 70% de los griegos quería seguir en el euro, pero sabían que la única solución pasaba por votar lo que otros -a los que la población griega les importa un carajo- pretendían. Y no quisieron. Sin gobierno que diga ‘sí, bwana‘ a la órdenes de Bruselas no habrá más dinero, y sin dinero sólo queda salir. Según José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, “Grecia se enfrenta a una recesión en V si sale del euro y a una década perdida si se quedan“.
Sea como fuere, el contagio a las economías periféricas (Irlanda, Portugal, Italia y, por supuesto, España) será inevitable. La gran incógnita reside en si el resto de la eurozona será capaz de evitar el contagio o si, por el contrario, las metástasis afectan ya a órganos vitales.
En cualquier caso, si esta caída de fichas se produce por los resultados de las elecciones griegas, así sea. Nunca, nunca, nunca debemos olvidar que, se equivoque o no y decida lo que decida, el pueblo siempre es soberano. Pero conviene recordar que, en el fondo, esta es la historia de cómo Europa echa y pisotea al pueblo que inventó ¿los mercados? No. La democracia.
Hola, vengo del futuro para advertir a los lectores de que nada de esto tiene fundamento real alguno y de que es hablar por boca de ganso. Nos vemos en 2013.