James, un cafetero en Oporto, por Rafael Casas (@rafacga)

No le llamen “Yeims” porque no se dará la vuelta. Él es James. James Rodríguez. Estrella emergente del Porto. Un joven zurdo jugando por derecha. Descarado. Parcerito. Y con esa cara de niño que evidencia sus aun precoces veintiuno.
Un chico flaco, espigado y de apariencia endeble. Dio sus primeros pasos en Envigado F.C., donde se proclamó campeón de Segunda División colombiana con tan sólo dieciséis años acompañado de otro joven que despuntaba, Gio Moreno. James aun adolescente cruzó las fronteras colombianas camino a Argentina poco después, Banfield le alistó en sus filas y su nombre empezó a sonar por todo el continente sudamericano, donde se convirtió en el jugador extranjero más joven en debutar y marcar. Sólo tenía diecisiete años.
James potenció sus virtudes en el Taladro, velocidad, conducción y un disparo terrible desde fuera. Banfield dio la vuelta con James como uno de los referentes. Con Santiago Silva y Papelito Fernández formó un ataque destructor, con el Tanque como goleador del campeonato Banfield tan solo sumó dos derrotas en todo el torneo. James era la sensación, era la primera vez en la historia que el Taladro salía campeón, y sus actuaciones traspasaban las fronteras americanas, y desde el Viejo Continente empezaron a llamar a su puerta. El ídolo de la Banda del Sur emigraba dejando una huella enorme.
Su estilo alegre, sonriente, técnicamente superdotado cautivó a Pinto da Costa. Y así James pasó a formar parte de la “cantera” que los dragones parecen haber encontrado en Sudamérica. Hizo las maletas para cruzar el charco todavía con dieciocho, camino de los diecinueve. El cambio fue complicado. Un continente distinto, un país diferente y una liga más competitiva. Poco a poco fue ganando protagonismo, y su condición de promesa se fue quedando corta. Finalista del Golden Boy, ganó el Trofeo Bravo. Anotó un hat-trick en la final de copa portuguesa ante el Braga, y ante la salida de Hulk asumió unos galones que estaba pidiendo a gritos. En su camiseta ya es el 10. Su conexión cafetera con Jackson Martínez está haciendo las delicias de la afición lusa.
Con Pekerman en la Selección Colombia James también se siente libre, entra, sale y combina con Falcao, Cuadrado o su compañero de juventud Giovanni Moreno. En la lucha por la clasificación para el MundialJames destaca, está acostumbrado a ello. Va camino de Brasil, qué mejor escaparate para un joven de tanta clase. James sigue creciendo y su progresión parece no tener fin. James Rodríguez, talento en potencia; recuerden, si le llaman “Yeims” probablemente no se dé la vuelta.

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