
La vergüenza se reparte hoy por encima de nuestras cabezas, como un oleo pegajoso y obsceno, mientras leemos en los periódicos, como a costa de nuestras vidas, hechas a base de salario, se gastaban el dinero del desempleo en juergas, vicios y demás tropelías. Pero no pasa nada el domingo hay elecciones, si allí en Andalucía, y luego todo se diluye, se tapa, se esconde con dos o tres cabezas de turco, para acallar el rumor a fango que impregnaba ayer y esta mañana las redacciones. Eso, lo importante son las elecciones, quien las gana, quien las pierde, y ahí se queda todo.
Podría apostarme con vosotros 20 cenas, que dentro de un mes, nadie hablará de esto, nadie sabrá ya donde esta nadie, la amnesia necesaria y protectora ira invadiendo la realidad política andaluza, y como mucho solo quedarán apenas algunos retales de hemerotecas, sino al tiempo.
Una vez hace unos años, mientras tomaba café con un diputado – no diré de qué partido, porque tanto da, que da lo mismo- me contaba una serie de hechos, al detalle, que me llegaron a poner los pelos de punta. Y cuando le pregunte, porque no se denunciaba, por que se miraba para otro lado, sonriendo me contesto: “Eres una ingenua, aquí entre nosotros, los temas de tías y de corrupción, ni se mientan, porque el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”
Son las dos de la tarde. Por fin llueve en Pozuelo y la temperatura exterior es de 4 grados. El mayor daño que se está haciendo a las instituciones se hace desde la propia clase política. Cada día la desconfianza es mayor, y lo único que siente el ciudadano es vergüenza y desamparo.
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