Crónica del concierto de Stop, Stop! + The Dogs D'amour (Caracol, Madrid, 24/02/2013), por @renacerelectric

África Paredes

Posiblemente el mayor piropo que se le puede decir a un grupo con un único disco en el mercado, y que no para de actuar en directo allí donde se le reclama, es que sus canciones superan por sí solas la necesidad de hacer versiones sobre el escenario. Quiero decir, cuando el asistente a conciertos se enfrenta al espectáculo de un grupo nuevo, ya sea en un ínfimo bar o en una amplia sala, suele ayudarle a meterse en su juego el rescate de algún tema clásico que sale a la palestra en forma de versión. Stop, Stop! tiran de los primigenios Deep Purple, de los Stones, Jimi Hendrix o The Beatles –incluso vierten unas gotas del “Live And Let Die” de Paul McCartney– en diversos medleys, nombres que no fallan y que levantan el más apagado local; y aun así, interpretándolas más que decentemente, en total acelere, su show puede mantenerse sin ellas perfectamente. Cierto es que poseo su primer larga duración oficial y que ya estaba puesto sobre aviso de lo que se sucedería en la sala Caracol, pero incluso sus nuevos temas, los que serán cortes de su siguiente álbum, cosas como “Lola” o “Lost In The UK”, se hacen con el oído del asistente al primer minuto de ejecución.

África Paredes

Stop, Stop!, reducido en la actualidad a trío y estrenando un abracadabrante baterista, todo actitud y buenas –explosivas– maneras tras los parches, cuida su puesta en escena. ¡Primordial! Esto es algo básico, fundamental y que ayuda a dar credibilidad a unas canciones que ya van cargadas tanto de fiesta como de intención. “Born To Rock”, “Hard Road”, “Stop, Stop!”... Impresionantes. Jacob A.M., vocal y bajista del grupo, conoce lo que es enfrentarse a un público frío, un público de primera hora que se acerca a ver a unos teloneros que por lo general desconoce. Este músico llevó perfectamente los pocos minutos de actuación que se le dejó al combo y animó con talento. Lo que digo, estoy sinceramente convencido de que su próximo lanzamiento será tan acertado o más todavía que Unlimited.

África Paredes

Hablar de The Dogs D’amour y relacionarlo con Renacer Eléctrico me trae recuerdos de un antiguo compañero hoy desaparecido, y, por ende, de una noche de conjunción de astros en el diciembre de 2002. El 12 de aquel mes actuaba en La Cubierta de Leganés el magnificente Alice Cooper, un titán que cual teloneros tenía a unos monarcas del sleaze classic rock británico, los perros de Tyla. Aquel maravilloso carnaval se cubrió para el antiguo Renacer, cuando teníamos cuerpo de Web y otra dirección; a mí me tocó encargarme de Vincent Damon Furnier, mientras que mi buen camarada Miguel Ángel Prieto –firmando cual Keyser Söze por aquellos días– se emocionaba analizando el devenir en tamaña plaza de Jo, Share, Bam y Tyla. De ellos diría: «Si Charles Bukowski era la prosa y la poesía de las putas, los yonquis, los borrachos y los corazones solitarios, entonces los Dogs son sus canciones y su música». En 2013, sin duda alguna, siguen siéndolo.

África Paredes

The Dogs D’amour son hoy los que eran, y no solamente por seguir dándole carisma y realidad a cada una de sus letras, a cada instrumentación tocada, ya que Tyla, Jo “Dog” Almeida, Steve James y Bam, los compadres de In The Dynamite Jet Saloon, están más asentados que nunca en sus posiciones. Y aunque presentaron “Flameboy” y vendían bien económico –¡cinco euros!– su nuevo CD en el stand de merchandising posicionado en la Caracol, lo suyo era repasar éxito tras éxito de una carrera con raíles de montaña rusa: “Heroine”, “Angel”, “Trail Of Tears”, “I Don’t Want You To Go”, “Wait Until I’m Dead” o la desgarradora “How Come It Never Rains”... Se degustó la emoción y las imágenes del ayer en el ambiente, con el público quitándose años de encima a cada nuevo estribillo cantando. «Glam-punk-rock and roll crudo y directo, cantos a la autodestrucción y los excesos, odas románticas a la tristeza, las borracheras y la vida en el filo, que nos hacen plantearnos si quizás no nos equivocamos al escoger el camino fácil», escribiría mi añorado amigo Miguel Ángel en su crónica de 2002. Él, que nos dejó tras un trágico final, de seguro bailó a mi lado el pasado domingo volviendo a sentir suyas todas aquellas canciones.

por Sergio Guillén
fotos por África Paredes

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