Está visto que hay quien tiene a la suerte de su lado y aquien, por el contrario, se le puede aplicar eso tan políticamente incorrectodel circo y los enanos. Escribo esto, porque me acabo de enterar por ELPAÍS de que quien ocupará la plaza que dejará vacante Garzón cuando sematerialice su expulsión de la carrera judicial es el juez Eloy Velasco,adscrito al juzgado número 6 de la Audiencia Nacional y que, casualmente, fuedirector general de Justicia de la Generalitat Valenciana, bajo los mandatos deEduardo Zaplana y, atención al dato, Francisco Camps.
La cosa, por, más que paradójica, esperpéntica que parezcaes legal. No hay nada que objetar, porque quién iba a pensar que el excolaborador de Francisco Camps iba a ocuparse de la instrucción de un asuntotan turbio como el de la trama Gürtel, en el que, más o menos presuntamente,hay implicados compañeros de su etapa en el gobierno valenciano. Tal cosa sólohubiese sido posible si el primer juez que abandonaba la Audiencia Nacional eraBaltasar Garzón y ningún otro y la salud del juez estrella, ahora estrellado,parecía buena así como sus ganas de seguir al frente de su juzgado las mismasde siempre.
Por todo lo anterior, que Eloy Velasco se situase al frentede la investigación de la trama Gürtel sólo hubiese sido posible por unaccidente o por una carambola. El accidente no ha sido necesario, porque lacarambola se ha materializado. Bastaba con que una de las tres tacadas hiciesechocar adecuadamente las bolas y alguien ha tenido la habilidad o la suerte dehacer chocar las bolas.
Como decía al comienzo, hay quien tiene a la suerte de sulado... y se crece. Lo digo porque ya hay fecha para que la expulsión de Garzónde la carrera judicial sea efectiva. Será el próximo 23 de febrero, treinta yun años después del fallido intento del golpe de Estado. Afortunadamente, en aquellaocasión, la carambola falló.